Las escuelas especiales en tiempos de pandemia

Las escuelas especiales en tiempos de pandemia

septiembre 14, 2020

Stella Dietrich, ex Delegada de Cooperadoras de la Comuna 10 y asesora del cuerpo de delegados de cooperadoras escolares, reflexiona sobre las diversas realidades que habitan en las familias que tienen hijxs con capacidades diversas, que son familias que escapan de la norma y por ende son silenciadas, o simplemente parecen invisibles sus problemáticas para la sociedad.

 

 

 

Escribe: Perla Natalia Castillo

 

 

Mucho se habló durante esta cuarentena de las escuelas. Hablamos de desigualdades, de necesidades, de derechos y de todas las problemáticas que siempre van de la mano del ámbito educativo.

 

Dentro de los silenciamientos a los cuales estamos acostumbradxs, muy poco se habla de las Escuelas Especiales, de las cuales sabemos de su existencia, pero nunca nos detenemos a pensar acerca de sus comunidades, sus dinámicas, ni cuánto pudo haber afectado esta pandemia a su funcionamiento y a sus estudiantes.

 

De la mano de Stella Dietrich, ex Delegada de Cooperadoras de la Comuna 10 y asesora del cuerpo de delegados de cooperadoras escolares, vamos a conocer las diversas realidades que habitan en las familias que tienen hijxs con capacidades diversas, que son familias que escapan de la norma y por ende son silenciadas, o simplemente parecen invisibles sus problemáticas para la sociedad.

 

Como dice Stella, “de las escuelas especiales nadie habla, nunca se tienen en cuenta”.

 

Imagen. Stella Dietrich, ex Delegada de Cooperadoras de la Comuna 10 y asesora del cuerpo de delegados de cooperadoras escolares

 

 

 

Stella es la única persona que estuvo en el Cuerpo de Delegadxs por las escuelas especiales, también es quien reflota el tema en los Congresos Metropolitanos y Nacionales de cooperadoras.

 

Ella remarca que las familias que tienen chicxs, jóvenes o adultxs con alguna dificultad no existen, así como tampoco nadie repara que son personas que muchas veces tienen otras morbilidades y atraviesan varias operaciones complicadas, lo cual lxs hace más propensxs a los contagios que tanto tememos en este momento.  Con mucha tristeza, ella remarca que “eso parece que a nadie le importa, que nadie lo nota, que nadie lo ve”.

 

Esta ceguera que padecemos como sociedad lo único que hace es dejar solas a las familias, atravesando diversas situaciones, acompañadas sólo por la angustia, el miedo y la soledad.

 

Estas realidades nunca se mencionan, ni en medio de esta pandemia. Se habla de la desigualdad, de los barrios vulnerables, pero nadie sabe cuántos chicxs van a escuelas especiales.

 

Si nos detenemos a observar a estas escuelas no sólo asisten chicxs del barrio en el que se sitúan, sino que asisten chicxs de todos lados. La escuela Nº6 de Distrito 18, por ejemplo, recibe a chicxs y jóvenes de todos los barrios porteños y del conurbano.

 

Si bien la escuela pública es rica en diversidad, donde hay más posibilidades que convivan todas las clases sociales en sus comunidades, las escuelas especiales son las que tienen un alto índice de familias vulnerables que vienen de todos los barrios, y que son hoy las que están siendo más castigadas, porque muchas se quedaron sin trabajo y el riesgo del virus con sus hijxs, en tiempos de pandemia, está latente.

 

 

 

Nadie nos Invitó: ¿cómo es formar parte de una escuela especial?, ¿en qué se asemeja y en qué se diferencia de una escuela normal?

 

Stella Dietrich: Desde el año 2002 soy parte de la comunidad de la 6 y tres años después ingresé a la cooperadora. Es una escuela cualquier otra, con las mismas normas y los mismos horarios, donde las familias se involucran y acompañan, pero la diferencia está en la dificultad de aprendizaje de sus alumnos.

En las escuelas especiales se trabaja con grupos más reducidos y así como hay escuelas especiales para ciegos o hipoacúsicos, en este caso son niños y jóvenes con discapacidad intelectual, aprenden más lentamente pero cuando lo hacen no se olvidan jamás.

Algunos continúan sus estudios, en algún momento, integrados en una escuela común y otros siguen hasta su egreso en educación especial. Además de la educación formal se hace mucho hincapié en actividades de la vida diaria y hay diferentes talleres como música, radio, cerámica, cocina, ploteo, sublimación, etc.

 

 

 

NNI: Respecto a la cuarentena, ¿cómo viven las comunidades especiales este momento y cómo se siguieron llevando adelante las clases en este contexto?

 

SD: Este año es muy difícil para todos y mucho más para nuestros hijos. El encierro, la educación a distancia, todo se complica bastante ya que el nivel de concentración en el aula con la seño es muy distinto que hacerlo en casa. Se les trastocó la rutina, los horarios. Su esquema diario pasó a ser como de vacaciones permanente, pero sin salidas.

Los docentes hacen cuadernillos que son entregados cada quince días, coincidentes con las fechas de las Canastas Alimentarias. También hay algunas conexiones por Zoom, pero no todos tienen internet, por lo cual, los cuadernillos son la mejor opción. Y por supuesto, las familias deben agudizar el ingenio para entretenerlos e incentivar el aprendizaje a través de los medios que tengan a mano.

 

 

NNI: ¿Qué cambios debería haber en la sociedad, para que estas escuelas estén integradas en nuestras vidas?

 

SD: Respecto a los cambios, en mi opinión personal, se habla mucho de inclusión y yo lo cambiaría por integración, porque se puede incluir a una persona con capacidades diferentes en un grupo en el cual no participen y estén ocupando sólo un espacio. En cambio, integrar es hacerlas parte de eso, compartir, aprender unos de otros.

Todos tenemos algo que no podemos o no sabemos hacer y las personas con discapacidad intelectual logran cosas increíbles, sólo hay que saber encontrar cuál es su talento.

Conocí chicos que no podían articular una oración ni escribir su nombre, pero con un papel y una caja de lápices de colores te pintaban el mundo.

Por eso creo que si nos animamos a conocer más e integrarnos sería beneficioso para todos.