El reconocido artista plástico convoca a una visita guiada por su taller, ubicado en Floresta, donde se podrán apreciar obras de reciente producción. “Yo tengo este concepto que el cuadro no termina con mi última pincelada sino que continúa en la visión del espectador, y lo que quiero establecer es un diálogo”, explica. Por eso, pondrá a disposición papel y lápiz, para que quienes se sientan interpelados por alguna obra, puedan también establecer ese “diálogo artístico” a través de un texto o un dibujo, que formarán parte de un futuro libro. El evento es este sábado 13 de mayo, a las 17 hs, con entrada libre y gratuita.
Texto: Alejandro Volkind
Fotografías: @macaribaloff
Ver a Carlos Kahayan en acción es presenciar en concreto la definición de vitalidad. A sus 88 años, este artista plástico, vecino de Floresta, gran amigo del maestro Antonio Pujía, acaba de realizar la muestra “Sí, yo me recuerdo”, en el salón de los Pasos Perdidos de la Facultad de Derecho de la UBA y no piensa parar: produce nuevas obras, abre las puertas de su taller al barrio, planifica editar un libro. “Soy como el nene que le tiraba a piedras a la luna”, explica risueño, haciendo referencia a la fábula que habla, en definitiva, de ponerse objetivos, aunque parezcan utópicos.
Así es Carlos, una persona en movimiento y con proyectos. El que nos sirve como excusa para la charla es la invitación que realiza este sábado 13 de mayo a visitar su taller, ubicado en Aranguren 4040 donde se podrá ver una parte de las obras que se expusieron en la Facultad, que fueron elaboradas durante la pandemia y más acá, y que tienen como elemento distintivo el uso de betún de judea, material que utilizan los ebanistas para envejecer los muebles. “A mí se me ocurrió un día experimentar con eso e hice una serie de cuadros. Yo no trabajo con un boceto previo de un paisaje o de una naturaleza muerta”, explica. “Yo mancho la obra y las imágenes van surgiendo, pueden ser figuras, pueden ser construcciones, animales, y ahí las voy remarcando, destacando. Así aparecen historias, cuentos, situaciones”.
-Por eso no solés titular a tus obras, no?
– Exactamente.
UN DIÁLOGO CON EL ESPECTADOR
– ¿Con que se van a encontrar quienes vengan a tu lugar de trabajo?
– En la facultad yo expuse 40 obras, prácticamente toda mi última producción. En mi taller van a entrar 15 cuadros nada más, porque obviamente es mucho más reducido, pero lo que sí va a tener es un carácter más íntimo porque yo tengo este concepto que el cuadro no termina con mi última pincelada. El cuadro continúa en la visión del espectador, entonces yo lo que quiero establecer es un diálogo entre el espectador y mi cuadro.
Por eso, Carlos va a poner a disposición papel y lápiz, para que quienes se sientan interpelados por alguna obra, puedan también establecer ese diálogo artístico escribiendo un texto, un poema o realizando algún dibujo. La actividad va a funcionar como puntapié inicial para un libro que Carlos tiene en mente, donde se combinen sus obras con las que generen los espectadores al observarlas. “Lo que yo quiero es eso, que cada uno se exprese, que no sea algo exclusivo de un crítico de arte. Me interesa la opinión de todo el mundo”.
– La muestra se llama “Sí, yo me recuerdo”. ¿Qué quisiste este recordar de vos?
– Bueno, hay de todo: el recuerdo de mis ancestros, de mi participación de la vida, en fin, ahí los recuerdos son infinitos. Yo tengo 88 años y pinto desde me acuerdo. Mis ancestros son armenios y ahí hay todo un tema con el genocidio armenio por parte de los turcos, que los han masacrado. Mis padres se han escapado de esa masacre. Bueno, todo eso, la armeneidad, también trasunta en mis obras. También tiene un peso muy importante Argentina, donde nací.
– ¿Cómo es tu vínculo con el barrio?
-Hace más de 30 años que estoy en Floresta y mis puertas siempre estuvieron abiertas. He tenido alumnos de la zona y de otros lados. Las escuelas del barrio prácticamente vinieron todas a mi taller: la Escuela República del Portugal venía acá todos los años, les daba una clase, charlábamos. También el colegio Sagrado Corazón de Jesús, de la calle Moliere. El «Jardín de la Floresta» (Gualeguaychú 550) nos dio a Antonio Pujía y a mí el diploma de padrinos del jardín, que lo tengo colgado en mi taller.
Este taller es el que se va a poder visitar el sábado donde, además de poder dialogar con las obras, habrá un momento de brindis. “Si no hay vino, no es un Taller” se ríe Carlos, que sigue en movimiento, planificando proyectos y compartiéndolos con el barrio. “Siempre tuve las puertas abiertas, y las sigo teniendo. Cuando me quieran venir a ver, yo, encantado”.
Visita al taller de Carlos Kahayan.
Sábado 13 de mayo, 17hs.
Lugar: Aranguren 4040.
Entrada libre y gratuita.