Desde el 17 de octubre se podrá apreciar esta exposición denominada “Buenos Aires memoria antigua. Fotografías 1850-1900”, compuesta por imágenes obtenidas por reconocidos fotógrafos del siglo XIX y organizada por el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y la Fundación Centro de Estudios para Políticas Públicas Aplicadas.
La muestra se desarrollará en la Sede Palacio Noel del Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco (Suipacha 1422) – Barrio de Retiro, cuyos horarios son Martes a viernes de 13 a 19 h. Sábados y domingos de 11 a 19 h. La entrada: tiene un costo de $30 y los Miércoles es gratuita.
Compartimos la presentación redactada por su curador, Luis Priamo:
“Buenos Aires memoria antigua. Fotografías 1850-1900”.
Esta muestra ofrece un panorama del primer medio siglo de la fotografía de vistas y costumbres de la ciudad de Buenos Aires. Su fuente es el libro Buenos Aires, memoria antigua. Fotografías 1850-1900, editado por la Fundación CEPPA en 2015.
Para ello reunimos las obras en breves capítulos con unidad de lugar (la Boca, el Retiro, Constitución, Recoleta, el Once, entre otros), de temas (ferrocarriles, hospitales, mataderos, cementerios, mercados, conventillos), o de costumbres y sociabilidad, aplicando un criterio cronológico –el antes y el después de las transformaciones– que nos permite ver en pocas imágenes los cambios que la modernidad produjo en lugares emblemáticos de la ciudad y en sus mismos habitantes, inmigración mediante.
Hemos mantenido las leyendas utilizadas en la publicación, muchas veces extensas, confiando que las descripciones y datos que les proporcionan a las fotografías ayuden al visitante a intimar con ellas, reconociendo espacios que el tiempo ha modificado radicalmente.
Las firmas de la mayor parte de las fotos pertenecen a los autores más relevantes que actuaron en Buenos Aires en diferentes momentos del siglo XIX: Charles DeForest Fredricks, Esteban Gonnet, Benito Panunzi, Christiano Junior, Antonio Pozzo, Carlos Feltscher, Jorge Holzweissig, Samuel Boote, Arturo W. Boote, Alejandro S. Witcomb, Eduardo Ferrari, Emilio Halitsky, Samuel Rimathé, Harry G. Olds, la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados. Otras imágenes pertenecen a fotógrafos de obra más breve, aunque no menos calificada.
Las fotos reproducidas provienen, casi en partes iguales, de repositorios públicos y de colecciones privadas, y algunas localizadas en archivos extranjeros. Uno de los mayores problemas de un proyecto antológico sobre la fotografía porteña del período es llegar a las fuentes variadas y dispersas que conservan las obras y obtener la autorización de difundirlas. En tal sentido agradecemos profundamente a las instituciones y a los coleccionistas que nos permitieron generosamente disponer de estas joyas decimonónicas.
Este trabajo hubiera sido impracticable –incluso inimaginable– sin el apoyo sostenido que dio la extinguida Fundación Antorchas durante sus veinte años de actividad al rescate y la difusión del patrimonio fotográfico nacional, esfuerzo en el que tuvimos el privilegio de participar. Trabajar en los libros publicados por Antorchas sobre la producción fotográfica porteña en el siglo XIX nos permitió conocer acervos, establecer vínculos con otros historiadores e investigar aspectos histórico-fotográficos de distintos períodos de manera exhaustiva, lo que proporcionó una perspectiva amplia del desarrollo y la evolución de la fotografía antigua en esta ciudad. Todo ello habilitó que abordásemos esta antología sin el riesgo de excluir a ningún fotógrafo documentalista conocido de obra relevante del período, requisito esencial para un trabajo responsable de síntesis tan amplia, que la Fundación CEPPA recogió oportunamente e hizo posible con generosa y –sobre todo en nuestro medio– excepcional concurrencia.
El estímulo para componer Buenos Aires, memoria antigua fue elemental e incluso cándido: poner frente a los ojos contemporáneos a través de la mejor fotografía de la época una visión panorámica que, aún breve, fuese elocuente de los cambios que entre 1850 y 1900 transformaron aquella aldea colonial en ciudad moderna, poniendo las bases de la original y robusta cultura cosmopolita que la distingue. Si lo hemos logrado, aunque sea a medias, posibilitaremos quizás en esta exposición en el Palacio Noel que el visitante disfrute de aquel mundo que pervive en nuestras raíces y complete así el círculo que todo esfuerzo cultural anhela.