El vocero presidencial Manuel Adorni anunció un nuevo sistema en el que los clubes de barrio de la Argentina se van a tener que anotar para recibir el subsidio a los servicios. Esto, en el marco de una denuncia hacia clubes como Defensores de Belgrano u Obras Sanitarias, entidades que tienen acuerdos con cadenas de gimnasios y, según Adorni, allí “funciona otra cosa detrás de un club de barrio”.
Stella Maris, la presidenta del Club Social y Deportivo Mitre (Segurola 1332, Monte Castro), le dijo a Nadie Nos Invitó: “No están entendiendo que nosotros no solo somos clubes de deporte. Abrimos los lugares a la escuela pública, llamamos al adulto mayor para que venga a hacer gimnasia; y se nos está complicando”.
Respecto al recorte de subsidios, Stella Maris advirtió que no recibieron información de parte de Nación (más allá de los anuncios del vocero en conferencia de prensa) y que tuvieron aumentos en los servicios -esto se traduce en que el subsidio no está funcionando como antes-. “Nos están diciendo que también vamos a tener que tener libro de asociados. Yo lo tengo, pero sé que hay muchos clubes que no lo tienen y no es tan fácil conseguir la IGJ y todo es plata”, refuerza Stella Maris quien, además de presidir el Club Mitre, forma parte de la comisión directiva de la Federación de Entidades Sociales y Clubes de Barrio Unidos (F.E.S.C.B.U) -organización que cumple un rol clave para muchos clubes, sobre todo cuando se trata de brindar información-.

Imagen. Stella Maris en la fachada del Club Mitre.
Manuel Adorni aclaró que “ningún club que necesite subsidio, va a dejar de recibirlo”. Algunos de los requisitos que el gobierno nacional impuso para que los clubes reciban los subsidios -escritos en la Ley 27098- son tener mínimo tres años de antigüedad y contar con un mínimo de 50 socios y un máximo de 2000.
“El plan de evacuación, la medición de jabalinas, los parches de los desfibriladores, sumale que se rompen las led, que tenés que tener led de 400 watts en cada cancha y tenés que tener de ocho a 10 luces: tenés que tener el club en forma perfecta. Yo estoy desde las 8 de la mañana hasta las 10 de la noche”, dice Stella Maris. Claro, esta nueva imposición del gobierno es un palo más en la rueda que cargan los más de 2000 clubes de barrio a los que la ayuda del estado les hacía las cosas más amenas. Porque el club, como cuenta Stella, cumple un rol social que sobrepasa la competitividad y los logros deportivos: “Toda la cuota la hacemos barata, para que pueda venir la gente; para sacar al chico de la calle: ese es el objetivo. Necesitamos que nos ayuden”.

Imagen. El bodegón del Club Mitre, repleto.
La poca atención del gobierno para con los clubes en cuanto a la entrega de información no es algo que sólo le pasó al Club Mitre. En Amigos de Villa Luro tampoco recibieron pasos a seguir. Y resulta extraño que un anuncio de estas características –que le toca el bolsillo a los clubes– sea expuesto en una conferencia de un vocero presidencial sin bajar luego la información a cada uno de los clubes (ya sea por mail, carta o señal de humo). Extraño o no, estratégico o no, clubes como Mitre recibieron aumento en sus servicios. “Sacar balances te sale plata. Hay clubes que no tienen la plata para afrontar esas cosas; se hacen con profesionales”, acusa Stella Maris, quien está al cargo de Mitre desde hace más de 25 años.
El club, pese a las adversidades, ofrece un menú accesible en su bodegón, brinda clases de apoyo escolar y abre sus puertas a la Escuela Primaria Nro. 13 José Antonio Melán cuando, por ejemplo, no tiene espacio para dar las clases de música. Eso es un club de barrio. Lo cierra, dubitativa, Stella Maris: “No fue muy bien informado el tema. Estamos viendo cómo vamos a hacer”.
Informe: Leandro Manganelli