Con casi 30 mil miembros, “Yo vivo en Monte Castro” es una usina de información, ayuda y solidaridad que durante la pandemia creció exponencialmente. “Me emociona saber que de alguna forma el grupo ayuda a mejorar la vida de alguien”, reflexiona Garbiel Fur, su creador.
Escribe: Alejandro Volkind
Maltrato, insultos, desinformación. Las redes sociales suelen ser ámbitos hostiles donde priman la agresión y el prejuicio. Sin embargo, como toda herramienta, depende de cómo se use. Y el grupo de Facebook Yo vivo en Monte Castro es una muestra de ello: con casi 30 mil miembros, el grupo es una usina de información, ayuda y solidaridad, que en plena pandemia sirvió para canalizar emprendimientos laborales, búsqueda de mascotas y amistades.
Desde Nadie nos Invitó conversamos con Gabriel Fur, su fundador, para que nos cuente cómo es administrar un grupo que cada día cobra mayor relevancia en Monte Castro.
NNI: ¿Qué te llevó a armar un grupo de Facebook para vecinos de Monte Castro?
GF: Creé el grupo en 2008, poco después de crear mi propia cuenta en Facebook. En ese momento estaban recién empezando y se habían puesto de moda. Había grupos para todo: para la facultad, colegio, de algunos barrios y ciudades. Busqué y recuerdo que no encontré ninguno de Monte Castro. Entonces me dije, por qué no lo creo yo? Pensando que igualmente no se sumaría nadie. La idea era unir vecinos, compartir experiencias, contar si estaba pasando algo. Las redes recién estaban arrancando y la comunicación era más lenta.
Le puse de nombre “Yo vivo en Monte Castro” porque quería reforzar el mensaje que vivimos acá, en este barrio, con este nombre. Como no es un barrio muy conocido fuera de nuestra zona, estamos acostumbrados a decir que vivimos en Floresta, Devoto, Villa Luro, dependiendo de qué barrio tengamos más cerca. Entonces me dije, no, es hora de llamarlo por su nombre y decir dónde vivimos. Por eso también lo puse en la descripción: “Si vivís entre Jonte, Lope de Vega, Juan Agustín García, Joaquín V. González, Baigorria e Irigoyen, entonces tu barrio se llama Monte Castro”.
NNI: Trece años después el grupo tiene 30 mil miembros, ¿por qué crees que creció tanto?
GF: La verdad fue una sorpresa para mí. Desde su creación, el grupo iba creciendo lentamente, no me llegaban muchas solicitudes por día. Empezó a crecer mucho durante la pandemia, en los primeros meses de 2020, con la cuarentena. En ese momento me empezaron a llegar de a cientos de solicitudes. Ahí es cuando me di cuenta el rol del grupo, y cuán útil resulta para mucha gente, que de un día para el otro se quedó sin trabajo y tuvo que rebuscársela con algún emprendimiento.
Por lo general es un grupo tranquilo, no aplico muchas restricciones sobre qué se puede publicar (más allá de las reglas básicas), y eso creo que ayuda. He visto otros grupos en los que no dejan compartir ciertas actividades, o limitan la cantidad de publicaciones por miembro.
Muchos lo usan como medio para hacer catarsis, y ver si a algún otro vecino o vecina le está pasando lo mismo, y todo en tiempo real, como por ejemplo con los cortes de luz. Vi que han creado grupos de WhatsApp para conectarse más a partir de este grupo, y me encanta, grupos de solos y solas, emprendedores.
NNI: ¿En qué consiste tu trabajo de administrador y qué impronta le das?
GF: Como administrador reviso quién puede publicar por primera vez. Hay muchísimas cuentas truchas que intentan publicar estafas o videos muy raros, entonces en esos casos los elimino.
Una vez habilitados, permito que publiquen libremente, cumpliendo las 5 reglas (ser amable, no usar lenguaje ofensivo, no hablar de política ni religión, poner precio a todo y no hacer escraches).
Con casi 30 mil miembros, no llego a ver todas las publicaciones, y estoy yo sólo, entonces siempre pido que, si alguien ve una publicación o comentario fuera de lugar o que no cumpla con las reglas, que ponga la opción “reportar a administrador” así lo veo y tomo una acción. Perfiles agresivos, que faltan el respeto reiteradamente, son bloqueados. La idea es que el grupo sea un lugar seguro y respetuoso. Trato de darle esa impronta, dar libertad, pero controlando que no haya peleas ni agresiones. Muchas veces tengo que eliminar publicaciones, si veo que generan enfrentamientos y no suman. Últimamente es un desafío, pero por suerte son los menos, la mayoría son amables. La idea es que la gente se pueda comunicar.
Esto lo hago de hobby. Tengo mi trabajo por fuera de esto, y a veces eso hace que tarde en responder o aprobar alguna publicación.
NNI: ¿Qué es lo que más te gusta del grupo? ¿Y lo que menos?
GF: Lo que más me gusta es ver cuando la gente interactúa y se ayudan unos a otros, cuando alguien pide información o recomendaciones, y la gente responde bien y rápido. También cuando veo que se compran cosas entre los propios vecinos. Me encanta ver cuando hay reencuentro de mascotas, sobre todo. Veo mucha gente que usa el grupo para conocer a otras personas o hacerse amigos y me encanta. Lo mejor es cuando veo que promocionan nuevos negocios o emprendimientos en el barrio y la gente se suma con buena onda.
Lo que menos disfruto son las peleas, sobre todo de política, por eso es una regla del grupo ni tocar el tema. Últimamente hay muchas y las tengo que eliminar. Tampoco permito escraches, porque del otro lado no se pueden defender. Me pasó incluso que me acusen de recibir plata de algún negocio o marca porque no los dejo escrachar. Eso no está bueno. Por suerte no pasa muy seguido.
NNI: ¿Qué historias o situaciones que se dieron en el grupo te impactaron? ¿Podés contar algunas?
GF: Al principio de la cuarentena me escribió por privado una chica para agradecerme el espacio que tenía en el grupo para vender sus productos. Se había quedado sin trabajo, y este era su sustento. Yo hasta ese momento no había dimensionado el alcance, y me emocionó saber que de alguna forma el grupo ayudaba a mejorar la vida de alguien. Poco tiempo después pasó algo similar con un chico que vende sus productos frente a un supermercado, y me emocionó también la solidaridad y buena onda de la gente que le reaccionaba a sus publicaciones y le encargaba cosas.
Hace poco hubo un caso que me impactó y me llenó de orgullo del grupo y del barrio. Un chico pidió si alguien tenía apósitos para la madre que estaba enferma. En seguida muchísima gente respondió a la publicación, ofreciendo ayuda, medicamentos y hasta hacer una vaquita. Al poco tiempo se recaudó lo suficiente para que los pueda comprar. En tiempos en los que son casi todas pálidas, ver una movida así emociona. Todavía hay gente solidaria, y en el barrio hay muchos.