El 24 de septiembre de 1928 se realizó el primer viaje en colectivo, cuyo recorrido fue de Rivadavia y Lacarra hasta Primera Junta, y desde Nadie Nos Invitó entrevistamos al especialista en el tema y vecino de Floresta profesor Alberto Hernandez para que haga una pequeña reseña de “un invento argentino al servicio del pueblo”.
En 1928, año de fuerte crisis económica, los taxistas sufrían la falta de pasajeros y sus dueños padecían un deterioro de su economía, cuenta Hernandez, docente, historiador, ex regente de la Escuela Casal Calviño y Director de Dos Pasiones, conferencias históricas audiovisuales, además de vecino acido en Tandil y Lacarra.
“Por entonces, un grupo importante se reunía en tertulia en el café La Montaña, ubicado en Carrasco y Rivadavia, entre los que se encontraban algunos entusiastas como Manuel Pazos, a quien se le atribuye ser el iniciador, José García Galvez, Pedro Echegaray, Rosendo Paso, Felipe Quintana, Rogelio Forte, Rogelio Fernández, Aristóbulo Bianchetti, Antonio Gonzalez y Desiderio Rodriguez. Ellos tuvieron y de ellos surgió la idea de poner en práctica el autocolectivo. El barrio de la Floresta fue testigo de una aventura que ha de quedar para siempre”.
En ese difícil contexto económico, los taxistas debieron aguzar el ingenio para atraer clientes y “decidieron buscar solución surgida de un ensayo exitoso que hicieron llevando pasajeros al hipódromo cobrando una tarifa fija completando la capacidad máxima de su automóvil”.
“Ese lluvioso lunes 24 de septiembre de 1928, desde Rivadavia y Lacarra se anunciaba un servicio correcto con autos de alquiler hasta Primera Junta. Asi nació el colectivo. Algunos autos eran limusinas de lujo, como Hispano-suiza H6, del tipo sedan de cuatro o seis puertas, motor de 6 cilindros en línea, que tenían 3,69 metros entre ejes y una trocha de 1,45 metros, un largo total de 4,83 metros y un peso de 2500 kilos. Alcanzando una velocidad máxima de 135 km/h.”
NNI: ¿Cómo llegó a transformarse en el principal medio de transporte e ícono de la Ciudad?
-A.H: Entre 1928 y 1940 se gesta un primario desarrollo de este transporte público de pasajeros. Más tarde tenemos que tener en cuenta que ese desarrollo hizo que la gente le tomara, en cierta medida, afecto y que su rudimentario accionar de los inicios se transformará en un transporte de gran importancia, emparentado con el clásico tranvía eléctrico.
Hay que tener en cuenta que a medida que fue pasando el tiempo y las necesidades, el colectivo empezó a tomar mayor dimensión y eso llevó a empezar a carrozar determinados tipos de chasis de camiones cortos colocándoles asientos y dándole la comodidad necesaria para que mayor cantidad de gente pudiera viajar.
Nadie podría imaginar que en principio el colectivo todos viajaban sentados. Luego comenzaron las corporaciones y cooperativas, como la corporación del transporte de Buenos Aires, que existió de 1941 a 1960, las líneas de emergencia, alargando los chasis, y el advenimiento de los trolebuses.
El transporte público de pasajeros empezó a ampliarse de tal manera que el colectivo se hizo tan masivo e importante que evidentemente fue superando lentamente al tranvía, que desapareció a comienzos del 60, y más tarde al trolebús, a pesar de que no tenía problemas de contaminación del aire, pero que tenía problemas como tener un recorrido reglado por los tendidos eléctricos, además tenía poca velocidad y las vía producían deterioro en las cubiertas de los transportes.
El colectivo avanzó por la visión de los empresarios y por la necesidad del público que lo aceptó como el medio de transporte más cómodo y más rápido. Hoy circulan más de 110 líneas urbanas con casi 16 mil unidades trasladan a más de 6 millones en toda la zona Metropolitana.