Nacida a finales del 2001, entre el estallido del 20 de diciembre y el fusilamiento de Los Pibes de Floresta, la Asamblea es una referencia ineludible en la Comuna 10 y un motor de iniciativas en defensa de los Derechos Humanos y para recuperar la Memoria Histórica del barrio.
Escribe: Perla Natalia Castillo
La crisis del 2001 dejó marcado a fuego al pueblo argentino, en una crisis profunda de representación de nuestro sistema democrático.
La profunda crisis económica se desencadenó por el agotamiento del modelo de convertibilidad, aquel plan implementado por Domingo Cavallo, a través de la ley (23.928) donde la paridad cambiaria entre la moneda local y el dólar venía a dar solución a la hiperinflación de los años 1989 y 1990.
Lamentablemente el plan fue sólo un parche y no logró detener el desmantelamiento del aparato productivo nacional, dejando como resultado un aumento exponencial de la desocupación, caída del consumo y recesión económica. Para salir de esta situación las políticas implementadas fueron más ajuste.
Este círculo vicioso de violencia contra el pueblo argentino, fue el principio del fin y llegó el 2 de diciembre de 2001, cuando el flamante Ministro de Economía del gobierno de Fernando de la Rúa, Domingo Cavallo decidió implementar el Corralito, tocándole el bolsillo directamente a la clase media.
El plan implementado fue confiscar el ahorro de la gente, reducir los salarios, las jubilaciones, hacer recortes en salud y educación.
Todas estas medidas lograron generar una olla a presión que estaba llegando a su punto final y venía de la mano de una fuerte carencia de representatividad política.
El Estado mínimo en el que vivíamos, donde las privatizaciones masivas de los 90´ habían desmantelado lo público, de a poco se fue recuperando gracias a la organización de las vecinas y vecinos de a pie que habían decidido comenzar a reunirse en plazas y esquinas de los barrios para comenzar a pensar y pensarse en esa trama de angustia social que se vivía.
Este proceso de aprendizaje social que se dio en cada barrio, trajo el nacimiento de la Asamblea de Floresta, que después de 20 años sigue teniendo vigencia y sigue siendo un espacio de construcción colectiva.
Desde Nadie nos Invitó, estuvimos dialogando con dos representantes históricas de este espacio, Anahí Aizpuru y Mabel Sampaolo, para desandar esta historia y analizar este fenómeno de la siempre vigente “Asamblea de Floresta”
Nadie nos Invitó: ¿Cerca de cumplirse los 20 años, desde la página oficial de la Asamblea de Floresta se fueron publicando fotos, haciendo un recorrido en el tiempo. Cómo lo viven ustedes, que sienten al ver esas fotos?
Anahí Aizpuru: es mucha emoción, pega fuerte. Teníamos un compromiso muy grande y estábamos todo el día en la calle. Después del 20 de diciembre las marchas se hacían los viernes en plaza de Mayo, los jueves se hacían a la Corte Suprema, los sábados eran acá en el barrio, porque después del 29 de diciembre marchábamos pidiendo justicia por los pibes todas las semanas, después se comenzó hacer una vez por mes. Todos los sábados había reuniones de asambleas en Parque Centenario
Habíamos comenzado a funcionar como asamblea un poco antes, pero se conformó a raíz del fusilamiento de los chicos.
Las primeras reuniones como asamblea se fueron dando en la esquina de Av. Gaona y Bahía Blanca, después nos corrimos a la plaza Vélez Sarsfield, porque ahí había un grupo de vecinos que ya se habían comenzado a reunir, pero las primeras asambleas masivas se fueron dando en esa esquina.
Mabel Sampaolo: fue una coyuntura muy particular, porque uno teoriza que los pueblos van escribiendo su historia, pero sentirse parte de la historia, es una sensación bastante particular, sentimos que estábamos haciendo historia.
Fue un quiebre que dejó huella y todavía se está viviendo todas las consecuencias de ese estallido, de toda esa crisis política. No sé si todavía los partidos lograron recuperar la representatividad, es todo un proceso, porque nosotros lo vivimos en tiempos personales pero en tiempos históricos veremos cómo deviene.
A.A.: es cierto, hay una evaluación, una teorización de que fue lo que sucedió y que cosas se expresaron ahí, qué cosas se expresaron en esa consigna tan general, que era el paraguas de esas movilizaciones con el “que se vayan todos”, ¿qué queríamos decir los distintos sectores con ese “que se vayan todos”?
En ese sentido, a mí me parece, que nosotros participamos de uno de los sectores que logró imponer una salida política que fue interpretada en su momento por Néstor Kirchner. Él tuvo la capacidad de recuperar la política en función de las banderas que levantábamos un sector de las asambleas populares, un sector de los movimientos sociales que fueron fuertes protagonistas, no sólo del 19 y el 20, sino también de su lucha contra el neoliberalismo.
Y también debajo de ese paraguas había otras expresiones, porque al poco tiempo que asumió Néstor, fueron las convocatorias de Blumberg, es decir, también hubo expresiones más de derecha.
Logramos sentirnos protagonistas desde un lugar que logró imponerse desde una expresión política y a nosotros nos costó mucho asumir que esa era la expresión que nos representaba.
M.S.: entre las fotos hay un volantito que dice: “que se vayan todos” y dentro de la lista estaba Néstor Kirchner. Yo pensaba, sin hacer juicio de valoración política, cómo Alberto no interviene con el tema de la Corte Suprema, como lo hizo Néstor.
Como dice Anahí íbamos todos los jueves a la corte suprema a movilizarnos, fuimos un pueblo movilizado levantando esa reivindicación. Era una coyuntura muy particular que Néstor la encausó. Tomar medidas políticas no es sencillo, necesitas una legitimación social y en ese momento la había.
NNI: Toda asamblea tuvo su recorrido, ahora en el caso de la Asamblea de Floresta tuvo el suyo que sigue vigente y tiene representatividad, sí ustedes tuviesen que hacer una periodización de la asamblea en estos 20 años, ¿cómo la harían, sobre que ejes y debates la innovarían?
M.S.: hay dos particularidades, primero el espacio físico que nos llevó a ubicarnos ahí y la memoria para con los pibes, entonces ese objetivo nos mantiene, me parece que es el eje que nos permite seguir construyendo.
A A.: yo coincido con eso porque nosotras somos hijas del 19 y el 20, pero fundamentalmente del 29 de diciembre, porque la Asamblea de Floresta no se puede pensar sin ese 29 de diciembre. Por ejemplo, una de las comisiones que se armó dentro de la asamblea original fue la de Derechos Humanos, porque estaba este tema sin resolución con pedido de justicia, y en este caso fue muy paradigmático porque fue un juicio muy rápido y ejemplar.
Veníamos de transitar una historia vinculada con los DDHH, porque conocíamos el Olimpo, Orletti, participábamos de las movilizaciones que eran previas al 19 y 20 de diciembre del 2001.
También el lugar, El Corralón, sumó su propia historia, porque cuando se hizo el concurso de escultores, para que se emplace el monumento en memoria de los pibes ya nos habíamos corrido de la plaza Vélez Sarsfield a la que en ese momento era una placita chiquita, que era Plaza de la Víctoria en la esquina de Gaona y Gualeguaychú, y nos corrimos porque como todas las asambleas nos partimos, porque estaba el sector de los revolucionarios y nosotras integrábamos el de los reformistas.
El nombre que le pusimos a nuestra asamblea fue “Primero de Mayo” que fue el día de la ruptura y a partir de ahí comenzamos a buscar lugar. Primero nos juntamos en una escuela de oficios del barrio, después en el bar de Oscar, un compañero, y después nos comenzamos a juntar en esta placita y comenzamos a profundizar el tema del espacio y a recuperar la memoria de estos tres trabajadores.
Otra cosa que también fue un motor para esa comisión de DDHH original no sólo era el pedido de justicia por los pibes, sino que también por el pedido de justicia de la represión que había habido acá en el barrio, que es un tema que al día de hoy sigue impune.
Hubo una represión feroz, te diría que inédita en un barrio de la Ciudad, la cual se desencadenó en la puerta de la comisaría y que comenzó ese mismo 29 de diciembre cuando la gente se comenzó a juntar en la esquina de la estación de servicio, indignada por lo que había sucedido y también porque el asesino había intentado transformar esa escena del crimen tirándoles un cuchillo y había corrido los cuerpos hasta la playa de estacionamiento.
Entonces la reacción del barrio fue juntarse en esa esquina a pedir justicia y hubo dos movilizaciones ese mismo día a la comisaría, porque se sospechaba que estaba ahí el asesino, que la policía podía ampararlo y tomar esas pruebas, que el asesino había plantado, como válidas.
En esas dos movilizaciones de esa fecha hubo una reacción de la comisaría con balas de goma y gases. Para el segundo acercamiento había una cantidad de policías que había sitiado el barrio que era una situación inédita porque había carros de asalto, toda la policía con gases y balas y la represión fue feroz que avanzó sobre la calle Chivilcoy que es una calle angosta donde hubo mucha gente herida.
No hubo fiscal que interviniera en ese hecho, pero la movilización del barrio fue vital para que Juan de Dios Valaztiqui fuese juzgado y condenado por esta masacre y el testimonio de Sandra, la chica que atendía el maxikiosco, que fue la primera que salió en los medios contando cómo fueron los hechos y fue clave que pudiera expresarlo a través de los medios.
MS: otra cosa que también nos mantiene son los logros, porque esa escultura de los pibes que se emplazó fue gracias a la realidad que nos llevaba y hoy nos interpela. También se consiguió la construcción de la escuela, que fuese prioridad la construcción de una escuela secundaria.
Nosotros pedíamos una escuela nueva de creación y una escuela secundaria porque no había por la zona, entonces armamos toda una movida, porque vimos que había un 20 por ciento de la superficie que se podía destinar a equipamiento comunitario y logramos que sea prioridad. Logramos que se votara en lo que era el gimnasio del Larroque, donde había aproximadamente 700 personas.
El Larroque tenía un edificio en condiciones paupérrima para los alumnos y se logró que se mude a este espacio y que tenga una orientación en Ciencias Sociales, queríamos que sea en derechos humanos, pero eso no se logró.
NNI: ¿Teniendo en cuenta la trayectoria de la Asamblea de Floresta y el hecho de perdurar en el tiempo con tantos logros nos puede llevar a pensar que querer es poder?
A.A.: Querer junto a otros es poder, es muy difícil la construcción colectiva, porque los tiempos de la construcción colectiva son complicados, pero creo que eso da unos frutos que de otra forma de organización.
Yo por ejemplo no me conocía con la chica que vivía en la esquina de mi casa y en esos días vos sentías una hermandad con vecinos que nunca habías visto. Las causas justas nos trascienden, nos reúnen y nos hacen parte de lo mismo.
Los afectos se dan desde otro lugar y eso es hermoso. Sí uno no lo experimenta no puede saber lo que es, en la construcción colectiva los vínculos se dan de un modo completamente distintos y que te ponen al lado del otro.
Tuvimos el privilegio de estar al lado de compañeras y compañeros hermosas y hermosos, porque contamos con personas como José Luis Mangeri que fue editor de la Rosa Blindada en los 60’, Emma que estuvo en el Mayo Francés y Carlitos Monestes que había estado en el Cordobazo, Dante Rubio, siempre con una mirada superadora que estaba más allá y él siempre trascendía las lecturas y sumaba reflexión. También contamos con Obdulio que participó de la Revolución Cubana.
Fue un privilegio conocer y construir al lado de personas tan grandes con la capacidad de mirar lo pequeño y la intervención en lo comunitario.
M.S.: nos queda pendiente acercarnos más al barrio, porque sé que la asamblea va a seguir en la medida que podamos sumar más gente, y si bien es verdad que somos una referencia, queda como pendiente reflexionar más junto a la gente.