Hace 33 años ocurrió una de las peores tragedias de Europa: la explosión de uno de los reactores de la planta nuclear de Chernobyl, en Ucrania, que arrojó quinientas veces más material radioactivo que la bomba de Hiroshima. Miles de personas se vieron afectadas y tuvieron que ser evacuadas. Dentro de esas historias, está la de Lyudmyla, quien llegó a Buenos Aires en 1996 junto a 16 mil compatriotas más. "En menos de un año, en este ambiente y con alimentación sana nos curamos", asegura.
La serie Chernobyl volvió a poner al desastre nuclear acontecido el 26 de abril 1986 en boca de todos. Basada en el libro “Voces de Chernobyl” de la escritora bielorrusa Svetlana Aleksievich, en sólo 5 capítulos nos muestra cómo se desencadenó un accidente que para los ojos de los testigos directos era tan solo un incendio y terminó siendo una de las peores tragedias europeas del siglo XX, con resultados que perduran hasta hoy: la explosión del reactor nuclear RBMK número 4 ardió durante 10 días contaminando a más de 142.000 kilómetros cuadrados con partículas invisibles de radiación.
“El día del accidente no nos enteramos de nada, supimos lo grave que era cuando el esposo de una vecina, que era bastante joven, llegó de un día para otro con el cabello completamente blanco, muy enfermo y a los pocos días murió. Nadie entendía nada, mi esposo llegó y me dijo no te muevas de acá, pronto saldremos», asegura Luydmyla en una nota publicada en la página de la Fundación Equidad.
A los dos días, Lyudmyla fue evacuada junto a 116 mil compatriotas suyos hacia Kiev, ciudad ubicada a 10 kilómetros de la zona afectada y nunca más volvería a su Pripiat natal. «La gente cubría a los niños con sábanas porque ya sabían que era peligroso”, comenta Lyudmyla, quien cuenta que se enteró de la gravedad de los sucedido a través de una radio alemana.
Ya en Kiev, ejerció de maestra jardinera, pero para inicios de 1991, pocos años después de lo que parecía el comienzo de una vida mejor acomodada, unos inspectores llegaron con maquinaría para comprobar si la radiación seguía afectando el lugar; y resultó positivo. Lyudmyla recuerda que en Kiev recibió inyecciones en el corazón y medicamentos desconocidos: «El aire, la comida… todo estaba contaminado. Pero el Gobierno lo negaba. Sentía como si tuviera una columna de cuchillas atravesada en la garganta. Me sentía como un trapo, me dolía la cabeza, tenía arritmias, presión en el hígado… No podía comer ni un bombón. Mi mayor preocupación eran mis hijos», cuenta.
De Ucrania a Villa Luro
Para inicios de 1996, Lyudmyla y su familia, junto a 15 mil víctimas de la explosión, decidieron viajar a Argentina, donde fueron recibidos en condición de víctimas del accidente de Chernobyl.
Lyudmyla se vino a Villa Luro y su salud mejoró inmediatamente. «En menos de un año, en este ambiente y con alimentación sana nos curamos», celebra. Ya instalada en el barrio, se anotó en el profesorado de Cerámica Fernando Arranz, donde al tiempo se recibió. Apasionada de la docencia, Lyudmyla pinta con pasión y da clases en su casa. “Me siento muy pero muy cómoda acá”, asegura.