El desplazamiento de Sara Vinocur¸ fundadora y responsable de la Feria desde hace 30 años, por parte de la Dirección de Promoción Cultural encendió la luz de alarma de vecinos y puesteros que denuncian que ya se suspendió, sin motivos aparentes reales, La Feria de Verano y ahora se intenta obstaculizar el armado de los puestos.
La Feria de Mataderos, primera y única Feria Tradicional y Federal de la Ciudad de Buenos Aires que cada domingo es visitada por más de 20 mil personas, corre el riesgo de ser desmantelada. Al menos así lo denuncian vecinos, feriantes y legisladores de la Ciudad.
Este proceso no es nuevo pero se intensificó durante este verano al intentar, con pretextos poco claros y mal comunicados, obstaculizar el armado de la feria y de esta manera, ir vaciándola de cultura y tradición. A esto se le suma el alejamiento de su fundadora y directora durante los 30 años de la Feria, Sara Vinocour.
“Una de las herramientas utilizadas por el ejecutivo porteño y que se vuelve casi incomprensible debido a la crueldad que reviste, es el alejamiento de su coordinadora, Sara Vinocur, alma de la feria y responsable de todo lo bueno que sucedió allí estos últimos 30 años. A raíz de una nota, firmada por Marcelo Iambrich (Director de Promoción Cultural), a Sara se le prohibió la entrada a su lugar de trabajo de un día para otro”, denuncia la legisladora Lorena Pokoik, quien presentó esta semana un proyecto en la Legislatura para declarar a la Feria Bien Integrante del Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires.
El vaciamiento denunciado lleva ya dos años, momento en que se suspendió, sin motivos aparentes reales, La Feria de Verano que no sólo atraía a los vecinos y turistas por sus destacadas propuestas artísticas sino que también contenía a los tantos artesanos que decidían quedarse en Buenos Aires a pasar la temporada.
Un orgullo y una necesidad para el barrio
La Feria de Mataderos nació impulsada por la Sra. Sara Vinocur el 8 de junio de 1986, y fue pensada como una forma de recuperar el espacio público luego de los terribles años de dictadura.
Como expresa el proyecto de Pokoik, fue pensada “como un lugar de encuentro para todos los habitantes de la Nación y los hermanos países limítrofes, que habitan en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y que lejos de su terruño encontraron en la Feria el espacio para recrear sus ricas manifestaciones culturales para festejar nuestra identidad y la latinoamericana”.
En poco más de 30 años, el espacio donde se accede a comidas típicas, artesanías, bailes típicos, show de folklore, carreras de sortijas y todas las fiestas populares de nuestras provincias creció y se ganó el cariño y el respeto barrial, nacional e internacional.
Con sus 700 puestos, la Feria también representa un motor económico para el barrio y la Ciudad.
De ahí la preocupación en torno a su presente y, sobre todo, a su futuro.
