La intención del proyecto era disminuir los accidentes viales pero los vecinos aseguran que no cumple ese objetivo y que, para peor, dificulta el paso de camiones y ambulancias.
Esta semana, el gobierno de la Ciudad dio por finalizada la obra Zona Calma en el barrio de Villa Real. El proyecto, que se anunció como una forma de mejorar la seguridad vial, generó grandes controversias y la oposición de una mayoría de las y los vecinos del barrio.
En los papeles, la intención de la obra era mejorar reducir los accidentes de tránsito a través de disminuir la velocidad máxima a 30 km/h en 12 calles (que actualmente tiene una máxima de 40 km/h), y una velocidad máxima de 20 km/h en los ingresos de 3 escuelas. Para ello, en las 47 manzanas en donde se propuso desarrollar el proyecto – perímetro comprendido por las calles Ramón Lista, Nogoyá, Juan E. Martínez e Irigoyen-, se iban a colocar alertas de acceso a través de demarcación horizontal y vertical, 15 chicanas reductoras y se implementarán intervenciones peatonales en 6 pasajes.
Sin embargo, a poco de conocerse los vecinos de Villa Real comenzaron a observar deficiencias en el proyecto que, aunque intentaron plantear por diversas vías, no fueron escuchados, situación que los llevó a presentar un amparo en septiembre de 2017. Allí planteaban que la obra no tenía el certificado de aptitud ambiental correspondiente, que no habían existido instancias participativas de los vecinos del polígono en el que se desarrolla la obra y que no había ningún estudio social y ambiental que sustentara la decisión de construir una zona calma o que evaluara el impacto positivo o negativo que ella importaba.
A su vez, las vecinas amparantes aseguraban que las obras a efectuarse no estaban bien proyectadas y dificultarían la movilidad de las ambulancias, los camiones de bomberos, de recolección de residuos y los vehículos de las fuerzas de seguridad, que no podrán maniobrar correctamente; que los canteros proyectados, por su ubicación, generarían bloqueos en el tránsito vehicular; que disminuiría la cantidad de espacios de estacionamiento en la vía pública, por lo que los habitantes tendrán que trasladarse mayores distancias caminando de noche a sus hogares en una zona que sufre de inseguridad y que no se había considerado que casi el 50% de la superficie a intervenir es Distrito AE26 – “Vías de ancho reducido” que tienen protección especial por ser ámbitos de significación ambiental en los términos de la ley 4738.
La justicia hizo lugar al amparo y la obra estuvo frenada desde comienzos de noviembre de 2017 hasta mediados de julio de 2018, cuando sorpresivamente fue habilitada nuevamente.
Finalmente, la obra finalizó esta semana y, pese a la gran difusión que había tenido previamente, fue anunciada a través de un escueto mail. Hasta el momento, no hay previsto un acto oficial de inauguración.
Para los vecinos, la obra generó más problemas que soluciones. “Debido a los canteros colocados en las esquinas, los camiones de bomberos y las ambulancias no tienen ángulo de giro, y encima, gracias a estas modificaciones, cuando llueve se inundan calles donde antes no sucedía”, aseguró María Inés Rivoir, una de las vecinas del barrio, a Nadie nos Invitó.
Pero lo central es que, según los vecinos, tampoco cumple con el propósito anunciado: generar que los conductores bajen la velocidad. “En línea recta las modificaciones realizadas no disminuyen la velocidad,- advirtió Rivoir-. Hoy vinieron los de Tránsito a ver si la obra realmente bajaba la velocidad y están pensando en poner semáforos porque esto que hicieron no baja la velocidad. También dijeron que hicieron las lomas de burro y es mentira porque ya estaban. Lo único que hicieron fueron canteros arriba de las lomas de burro”.
La lucha y la organización de los vecinos logró que solo se implementara una cuarta parte de lo previsto en el proyecto original. “Algunos canteros tenían que medir 13 metros, y no miden eso ni soñando. Aparte estaban intervenidas casi todas las esquinas y había medialunas a mitad de cuadra y eso no lo han hecho. Han modificado bastante de lo que era el proyecto original», asegura María Inés, para quien el balance, en lineas generales, es positivo. «Encontré muy buenos vecinos y amigos en esta lucha, y sobretodo gente que se la juega por el barrio sin bandería política. Eso es muy importante. Encontré muy buena gente en el camino. Y muy solidaria. Se armó un lindo grupo, en donde si necesitan algo enseguida corren todos a ayudarte».