La llama olímpica perdura en Floresta

La llama olímpica perdura en Floresta

agosto 24, 2016

Esfuerzo, solidaridad, trabajo en equipo y disfrute. Los Juegos de Río volvieron a poner en primer plano los valores más nobles del deporte, despojado del negocio. En el Floresta Rugby Club, ese espíritu se vive todos los días. A continuación, su historia.

 

 

Pasaron los Juegos. Tres semanas que se esperan con ansias cada cuatro años. Donde vibramos con disciplinas hasta entonces desconocidas, donde nos hacemos fanáticos de deportistas impensados. Tres semanas, en definitiva, donde todos miramos Deporte. Así, con mayúsculas. Porque lo que transmitieron todos los deportistas olímpicos fueron valores ligados al esfuerzo, a la solidaridad, al trabajo en equipo y al disfrute. Despojado de todo negocio. No se da todos los días, al menos no en pantalla gigante. Algo de ese espíritu pervive, sí, en cada club, en cada potrero, en cada picadito que se juega. Pero por suerte, en el Floresta Rugby Club no pervive sino que se incentiva. Y ahí está la diferencia.
“Nuestro Grupo de trabajo – aseguran desde la web- se propone llevar el rugby a los chicos del barrio sin distinción de clase social o de condición económica. Tiene como objetivo sacar a los chicos de la calle y de los cybers logrando que de a poco dejen el sedentarismo en el que están inmersos (…) para agarrar una pelota de rugby que los traiga de nuevo al mundo del deporte y les devuelva el placer de generar y cultivar nuevas amistades. También está destinado a todos aquellos chicos que andan sin rumbo por las calles del barrio”.

Así, tras una década de trabajo a pulmón, en el Floresta Rugby Club cada semana más de 120 chicos y jóvenes de entre 3 y 18 años transpiran, comparten, se divierten y aprenden a través del rugby. La invitación siempre está abierta. Cualquiera puede acercarse los martes o jueves, y sumarse un cualquier momento. Los requisitos, únicamente tener ganas y compromiso.

“Nunca nadie en el club va dejar de jugar por no pagar la cuota o no tener plata para el tercer tiempo”, asegura a NNI Emiliano Lucci, capitán del equipo superior y ex entrenador de infantiles. A los que necesiten les damos una mano con la cuota o les conseguimos los elementos para jugar”.

Por supuesto, todo aporte económico es bienvenido, pero en el Floresta lo que se busca es la colaboración. Si es un chico, que vaya a alcanzar pelotas o ayude con el agua. Y si es un adulto, que aporten pero desde un lugar positivo, como dice Emiliano.”La idea es que no estén afuera a los gritos, ni reclamándole al árbitro. Que ayuden, pero siempre desde el respeto hacia el entrenador, el árbitro, los chicos propios y los ajenos. Esto es un juego”, aclara.

Esta filosofía, estos valores, se muestran en la cancha (“No tenemos casi tarjetas amarillas ni rojas”) y es respetada hasta por los rivales. “Los de enfrente lo reconocen. Vamos a jugar fuerte, como se debe, pero sin generar prejuicios para nadie” aclara Emiliano.

“En épocas como ésta- aclaran en su presentación- en las que el exitismo y la búsqueda de resultados parece ser el único estímulo que moviliza a las sociedades modernas, el trabajo destinado a la construcción del individuo, como persona, como ser ético, merece ser especialmente apoyado y difundido”. Eso, humildemente, intentamos hacer con esta nota.
En busca de un espacio propio

En esta década de recorrido, el Floresta tuvo varias sedes prestadas. Desde la plaza en Monte Castro (“un lugar abierto, gratuito”), pasando por un predio de All Boys, hasta llegar a donde entrenan hoy día, Parque Avellaneda, en un predio cedido por el gobierno porteño que depende del Sindicato de Municipales. El club, como si hiciera falta aclarar, devuelve las gentilezas colaborando con la limpieza y el mantenimiento del lugar. Sin embargo el sueño del espacio propio siempre está latente. “Hace años que la Comisión Directiva empezó a trabajar en pos de eso y hoy seguimos buscando y haciendo movidas administrativas para tener nuestra sede propia, hacemos movidas administrativas.